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El jefe máximo Plutarco Elías Calles

La suerte del comisario de Agua Prieta, Sonora Plutarco Elías Calles cambio el día que llego al pueblo el teniente Coronel Álvaro Obregón en 1912. Apartir de entonces comenzaría una relación de mutua conveniencia. Incorporado a las filas del constitucionalismo, Calles logro ascender a general y compartir el logro con el primer jefe, Venustiano Carranza. A finales del siglo XIX la sociedad de Sonora se caracterizaba por la proclividad a los hechos consumados, a las sociedades de facto y no de iure, a la laxitud moral y a la interpretación de la norma como una prerrogativa sobreviviente del antiguo régimen. Esta conjunción de prácticas hizo que la entidad un país de particulares, un país de exentos donde casi todo estaba sujeto a transacción. Sonora era una tierra de excepción. Los indios de misión y los vecinos de los pueblos quedaron exceptuados de manera informal del pago del tributo o del diezmo eclesiástico en la época colonial. Era también un país de posesionarios, no de propietarios, porque el número de propietarios con papeles en regla fue pequeño. Era un universo de relaciones personales donde todo tenía que llegar a un arreglo porque había un enemigo externo común (los nómadas o los indios ex misionales rebeldes) que acechaba o se usaba como chivo expiatorio. Ámbito espacial donde no se desarrolló la influencia de personas ficticias o corporaciones en la vida cotidiana porque éstas llegaron tarde y débiles, como el Estado y la Iglesia. En el espacio que hoy es Sonora, además, jamás se celebró el capítulo de una orden religiosa ni hubo mayorazgos porque la acumulación y transmisión de los bienes era precaria. No hubo encomiendas, seminarios ni universidades. Sólo existieron unas cuantas cofradías y capellanías. Los presidios —originales núcleos de población en la frontera— estaban sometidos a los intereses privados del oficial de mayor rango que monopolizaba el comercio. Lo que sí floreció fueron los lazos familiares, por lo que la política y la violencia se tornaron asuntos de familia. Los conflictos se manifestaban en alineaciones o deslindes de las redes familiares. Así, en las posesiones de la monarquía hispánica en América, llamadas indias, se acentuaron la heterogeneidad y la descentralización jurídicas por la pluralidad de jurisdicciones y por la casuística que aportaba soluciones ad hoc. l Esta flexibilidad normativa ha sido considerada como uno de los factores que explican la duración y la extensión de los dominios de la monarquía. Los conflictos derivaban en negociaciones y compromisos, en adaptación de la norma a coyunturas o circunstancias imprevistas hasta traducirse en un modus vivendi.

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