Tras el curso de Historia de México a continuación mostraré una serie de trabajos con la recopilación de información a lo largo del curso
Independencia de México
Las circunstancias sociales, económicas y políticas predominantes a
principios del siglo XIX favorecieron el proceso de la independencia de México. El
criollismo, la desconfianza de los peninsulares, la mala situación económica de
Nueva España, las ideas ilustradas y los ejemplos de independencia de las trece
colonias de Norteamérica y la Revolución Francesa estaban en el ambiente. El
Rey Español, además, seguían en manos de Napoleón.
Por ello, cuando los peninsulares recurrieron al golpe de estado, en 1808,
fue evidente para los criollos que la vía pacífica para buscar la autonomía de la
Nueva España o cambios que mejoraran su situación económica y política estaba
cancelada, y las conspiraciones aumentaron.
Estas reuniones clandestinas proliferaron en varias regiones, especialmente en la
zona del bajío por su próspera economía, cierta autonomía respecto de la ciudad
de México y su alto nivel cultural. Algunas de ellas eran radicales y pretendían
formar una nación independiente, mientras que otras conservaban la idea de
formar gobiernos autónomos provisionales y leales a Fernando VII.
Un ejemplo de estos movimientos moderados fue la conspiración de Valladolid,
encabezada por los militares José Mariano Michelena y José María García Obeso
y secundada por varios militares y algunos sacerdotes. Este movimiento pretendía
instaurar un gobierno que representara al rey en ausencia de funciones por la
invasión francesa, es decir, se trataba de constituir un gobierno autónomo
provisional sin la intervención de los peninsulares.
Esta actividad se extendió hacia Querétaro. Ahí se reunían en aparentes tertulias
literarias, el cura Miguel Hidalgo y Costilla, la corregidora Josefa Ortiz de
Domínguez, su esposo Miguel Domínguez y los militares Allende, Juan Aldama y
Joaquín Arias, entre otros prominentes criollos de la zona.
En estas reuniones se planeó un levantamiento armado para octubre de 1810
pero, al ser descubiertos, los insurgentes adelantaron el plan, de modo que en la
madrugada del 16 de Septiembre de 1810, el cura Miguel Hidalgo reunió un grupo
de los sectores menos favorecidos de la sociedad novohispana: mestizos pobres,
indígenas y miembros de las castas para el levantamiento armado en el pueblo de
Dolores, Guanajuato, llamándolos a la emancipación contra el mal gobierno. A
este hecho se le conoce como el grito de Dolores y es considerado el inicio de la
Guerra de Independencia.
Hidalgo proclamó a la virgen de Guadalupe como protectora de la rebelión. Más
allá de la fe católica, la virgen representaba una parte fundamental de la identidad
novohispana y su culto abarcaba gran parte del territorio. Por tanto, su imagen fue
un elemento cohesionador para el naciente ejército insurgente que al principio
estaba conformado por cientos de campesinos de Dolores y de las villas y
rancherías aledañas. Poco a poco, este ejército se fue nutriendo de labradores,
esclavos y miembros de las comunidades indígenas, armados con machetes,
picos y demás instrumentos de labranza.
A pesar de lo precario del armamento y la poca organización para el ataque, en
poco tiempo
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