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Los proyectos de la nación: Monarquía o Imperio

Tras la victoria de la lucha de independencia, los mexicanos vencedores decidieron tomar una decisión; decidir qué tipo de gobierno querían para ellos. Una vez consumada la lucha independentista, la principal contradicción que surgió entre los integrantes del movimiento trigarante, que obtuvo el triunfo político, fue quien decidió que tipo de gobierno construir. Paradójicamente, el Plan de Iguala establecía la “monarquía moderna” y se le ofrecía el trono a Fernando VII. Como puede apreciarse, al nacer México a la existencia emancipada, la principal discusión de los grupos hegemónicos fue que tipo de monarquía impulsar en el nuevo país que surgía a la vida independiente. Estas contradicciones políticas ocuparon gran parte del quehacer cotidiano de los sectores que deseaban participar en la transformación de la nación. Monarquía: La monarquía como institución política, a lo largo de los diversos procesos históricos ha adoptado diversas formas: hubo quienes consideraban a los reyes hijos de los dioses, como en Egipto; quienes asumían al poder por elección, tal fue el caso de Roma en su primera etapa; los monarcas feudales, durante la Edad Media; la monarquía absoluta de los siglos XVII y XVIII; las monarquías parlamentarias, que aún existen en diversos países de Europa. Esta gama de opciones gubernamentales, se reflejó en México al inicia su vida independiente. Por su parte, unos meses después, los Tratados de Córdoba introdujeron cambios políticos sustanciales. Por ejemplo, ya no se identificara una monarquía moderada; se pugnaría por establecer el “imperio mejicano” y también se le ofrecería el trono a Fernando VII. Mientras aceptaba, la administración estaría a cargo de una junta provisional gubernativa, pero en caso de que no aceptara, “las cortes” nombrarían al emperador. Imperio: Puede afirmarse que la concepción política denominada imperio, surgió en Roma. Por ejemplo, una institución religiosa que hasta la actualidad tiene la estructura organizativa del imperio, es la iglesia católica apostólica y romana. Una tendencia común de los gobiernos imperiales, ya que fuera romano, germánico, feudal, bizantino u otro, consintió en desarrollar progresivamente el poder del emperador hacia el interior del territorio y otorgarle un impulso enorme a su expansión fuera de las fronteras, para de esa manera encontrar en la conquista de otros pueblos la confirmación de su poder. El imperio fue la forma más unipersonal de gobernar. En el siglo XIX, el poder imperial fue adaptando nuevas formas de dominación: economía, política, social, cultural y religiosa, que en conjunto sirvieron a los intereses de la emergente clase capitalista, la que pugnaba por introducir nuevas reglas en el mercado internacional.

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